martes, 16 de noviembre de 2010

El último paseo

Quisiera poder recordar la primera vez que lo vi en su moto andando a noventa kilómetros por hora en la puerta del colegio. Si supongo que hubo una primera vez es porque esa era la misma historia todos los viernes al caer la tarde. Quisiera poder recordar la primera vez que lo vi andando en su moto a noventa kilómetros por hora porque sólo soy capaz de recordar la última vez.

Era, para variar, un viernes por la tarde y después del colegio. Subimos a la moto y salimos rumbo a la carretera. No teníamos lugar a donde ir. Simplemente queríamos salir e ir a buscar aún no sé qué.

Era tarde, recuerdo que las luces de la moto estaban apagadas. Hubo un sonido extraño. Recuerdo una luz muy brillante en frente nuestro, y la moto volando por los aires.

Quisiera poder recordar la primera vez que lo vi montado en su moto andando a noventa kilómetros por hora; ya que sólo recuerdo la vez en que él y yo morimos.

Alonso Quijano
16/11/10

Cuento de un corto sueño

Me costaba mucho respirar, era agotador, sentía como si un carro estuviese haciendo presión contra mi pecho, me sentía tiritar y a la vez sudar esa gota fría que recorre la espalda. Para completar este cuadro, unas ganas de llorar, propias de una depresión severa; era definitivamente, la combinación perfecta para no sentirse bien y más aún con el conocimiento de que eres un ente en medio de gente.

Y más aún si sabes que estas perdida entre la pizarra, tu soledad y la indiferencia de todos. Era realmente cruel. Malditas sean esas lágrimas que no querían caer y desahogar mi alma, malditas, por culpa de ellas tuve un inicio de año desdichado, malditas.

Era ya abril y el colegio era la tortura más grande que tenía que soportar, imagínense, sentada en el rincón más oscuro y lejano de todo el universo, con una compañera que si la nuca me brindaba ya era muy cortés de su parte. Fue tal ves la lluvia que cubría mi alma y el salón, la soledad o mi tristeza lo que hizo que finalmente explotase en llanto. El tiempo sentí pausarse y una lágrima cual ácido mojó mi cuaderno, intenté camuflarme, mas, en ese mismo momento vi la mano de mi compañera cruzar mi espalda y abrazar mis hombros.

Me alegro tanto que sentí aquella lágrima volver a mis ojos, me estaba levantando a abrazarla cuando de pronto todo se volvió extremadamente confuso y a lo lejos oí decir:

- ¡Señorita, despierte... despierte!

Alonso Quijano
Pucallpa - dd/mm/aa


Cuentos del Quijote

Hola a todos. Sí, nuevo proyecto. Gracias por acompañarme una vez más en esta alocada aventura. Sí sigo siendo yo, Fernando González Polar Abensur conocido en la web como Alonso Quijano. Muchas gracias por estar aquí, muchas gracias por acompañarme... disfruten