martes, 16 de noviembre de 2010

Cuento de un corto sueño

Me costaba mucho respirar, era agotador, sentía como si un carro estuviese haciendo presión contra mi pecho, me sentía tiritar y a la vez sudar esa gota fría que recorre la espalda. Para completar este cuadro, unas ganas de llorar, propias de una depresión severa; era definitivamente, la combinación perfecta para no sentirse bien y más aún con el conocimiento de que eres un ente en medio de gente.

Y más aún si sabes que estas perdida entre la pizarra, tu soledad y la indiferencia de todos. Era realmente cruel. Malditas sean esas lágrimas que no querían caer y desahogar mi alma, malditas, por culpa de ellas tuve un inicio de año desdichado, malditas.

Era ya abril y el colegio era la tortura más grande que tenía que soportar, imagínense, sentada en el rincón más oscuro y lejano de todo el universo, con una compañera que si la nuca me brindaba ya era muy cortés de su parte. Fue tal ves la lluvia que cubría mi alma y el salón, la soledad o mi tristeza lo que hizo que finalmente explotase en llanto. El tiempo sentí pausarse y una lágrima cual ácido mojó mi cuaderno, intenté camuflarme, mas, en ese mismo momento vi la mano de mi compañera cruzar mi espalda y abrazar mis hombros.

Me alegro tanto que sentí aquella lágrima volver a mis ojos, me estaba levantando a abrazarla cuando de pronto todo se volvió extremadamente confuso y a lo lejos oí decir:

- ¡Señorita, despierte... despierte!

Alonso Quijano
Pucallpa - dd/mm/aa


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